¿Alguna vez has visto volar un águila? Es un espectáculo impresionante. No agita desesperadamente sus alas como una paloma asustada. Solo las extiende y deja que el viento la levante. Así alcanza alturas que ningún otro ave puede igualar. No se desgasta… se eleva. Así también debería ser nuestra vida cristiana. Muchos creyentes se sienten agotados, cansados y sin gozo…
