El arma secreta del cristiano: la alabanza en medio de la prueba

Hay momentos en la vida en que todo parece derrumbarse. Las puertas se cierran, las fuerzas se agotan y las oraciones parecen no pasar del techo. Fue en una noche así que Pablo y Silas, golpeados e injustamente encarcelados, decidieron usar una de las armas más poderosas del creyente: la alabanza:

“A medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los oían.”
— Hechos 16:25

Lo que hicieron no fue un acto emocional, sino espiritual. La alabanza fue su manera de decir: “No controlamos las circunstancias, pero confiamos en quien sí las controla”. Mientras otros se quejaban, ellos cantaron. Mientras otros se desesperaban, ellos adoraron. Y cuando levantaron su voz, el cielo se movió: las cadenas se rompieron, las puertas se abrieron y lo que parecía derrota se transformó en victoria.

La alabanza no niega el dolor, afirma la fe. Cantar en medio de la oscuridad es recordarle al alma que Dios sigue siendo Dios, incluso cuando no entendemos lo que hace. Por eso, en tu arsenal espiritual, guarda siempre un canto que te recuerde la grandeza y fidelidad del Señor.

La música que exalta a Dios tiene poder: pone en fuga al enemigo, levanta el ánimo y alinea el corazón con el cielo. Cuando todo parezca perdido, haz lo que Pablo y Silas hicieron: canta. Tu prisión puede temblar y tus cadenas pueden caer cuando la alabanza ocupa su lugar.

Oración:

Señor, enséñame a pelear mis batallas con alabanza. Llena mi boca de himnos que exalten tu nombre y mi corazón de confianza en tu poder. Que mi noche se convierta en adoración y mi cárcel en testimonio. Amén.

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