Deja de Aletear: ¡Abre tus Alas!

Águila volando con las alas abiertas.

¿Alguna vez has visto volar un águila? Es un espectáculo impresionante. No agita desesperadamente sus alas como una paloma asustada. Solo las extiende y deja que el viento la levante. Así alcanza alturas que ningún otro ave puede igualar. No se desgasta… se eleva.

Así también debería ser nuestra vida cristiana. Muchos creyentes se sienten agotados, cansados y sin gozo porque viven “aleteando” con sus propias fuerzas. Pero el gozo verdadero no viene del esfuerzo humano, sino del Espíritu Santo.

Proposición:

El gozo no es algo que producimos; es un fruto que el Espíritu Santo produce en nosotros cuando dejamos de depender de nuestras fuerzas y aprendemos a “planear” en las suyas.

1. El gozo no se fabrica, se recibe

La Biblia dice que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz…” (Gálatas 5:22). Eso significa que el gozo no nace de nuestras circunstancias ni de nuestra disciplina emocional. Nace del Espíritu Santo habitando y actuando en nosotros. Cuando estás lleno del Espíritu, el gozo fluye naturalmente — incluso en medio de la dificultad.

Jesús prometió: “El agua que yo le daré será en él una fuente que salte para vida eterna.” (Juan 4:14). Esa fuente es el Espíritu Santo obrando desde dentro.

2. La gratitud activa el gozo

El Espíritu Santo te guía a cambiar la queja por gratitud. Efesios 5:18-20 nos exhorta a ser “llenos del Espíritu… dando siempre gracias por todo.” Cada vez que eliges agradecer, el Espíritu produce gozo. Las raíces del gozo crecen en el terreno de la gratitud.

Un ejercicio práctico: haz tu lista de gratitud. Escribe tres cosas por las que das gracias cada día. No tienen que ser grandes: la sonrisa de un hijo, el canto de un ave, un plato de arroz con huevo (¡o con la sazón de tu esposa si eres tan bendecido como yo!). Cuanto más agradeces, más consciente te vuelves de la presencia de Dios… y más gozo brota en ti.

3. El enfoque en Dios preserva el gozo

Pedro caminó sobre el agua mientras mantuvo su mirada en Jesús. Pero cuando se enfocó en el viento y las olas, se hundió (Mateo 14:30). Lo mismo nos pasa a nosotros. Isaías 26:3 dice: “Tú guardarás en completa paz (shalom) a aquel cuyo pensamiento en ti persevera.”

El Espíritu Santo te capacita para mantener tu mirada en Dios, recordándote sus promesas, sus victorias y su fidelidad. Por eso, construye tu arsenal espiritual: versículos que te fortalecen, himnos que te elevan, recuerdos de cómo Dios te ha sostenido, y tu lista de gratitud. Esas son tus alas para “planear” en la fuerza de Dios.

Resumen

El gozo no es producto del esfuerzo, sino del Espíritu. Cuando decides dejar de “alear” en tus fuerzas y permitir que el Espíritu Santo tome control, Él te eleva. El secreto no está en hacer más, sino en rendirte más.

Desafío práctico
  • Pídele hoy al Espíritu Santo que te llene y tome el control de tu vida.
  • Comienza tu lista de gratitud y actualízala cada día.
  • Identifica tres versículos o canciones que te recuerden la fidelidad de Dios y guárdalos en tu “arsenal espiritual”.

Deja de aletear. Extiende tus alas. Y permite que el viento del Espíritu te eleve hacia un gozo que no depende de las circunstancias.


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