
Hay temporadas que parecen eternas: el dolor no cede, las oraciones se estrellan contra el techo y el corazón se cansa. Pero hay algo que debes recordar: la prueba no va a durar para siempre.
La promesa:
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo.” (Isaías 43:2)
Nota el verbo: pases, no cuando te quedes. ¡No va a durar para siempre! Las aguas no te ahogarán, el fuego no te consumirá. Cuando Dios cumpla su propósito, Él mismo dirá: “¡Hasta aquí!”
“Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.” (Salmo 30:5)
Ninguna noche es eterna. Si la tuya parece larga, recuerda: Dios no se ha dormido; Él obra aun en la oscuridad.
Las tormentas no se disipan cuando quieres, pero siempre terminan cuando deben. Mientras tanto: confía, adora y espera. El gozo volverá más fuerte y más puro que antes.
Decide hoy
No te rindas. La prueba tiene fecha de expiración y tu fe saldrá refinada. Dios no te trajo hasta aquí para dejarte. Sigue caminando: la mañana está por llegar.
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